Yakuza: Like a Dragon es, en muchos sentidos, justo lo que esta veterana saga necesitaba. Tras años disfrutando de una compleja historia, de unos personajes inolvidables, de una fórmula de juego divertidísima y de la que es, sin duda alguna, una de las mejores y más vivas ciudades que hemos explorado nunca en un videojuego, había llegado la hora de hacer borrón y cuenta nueva para probar con algo diferente.
Videoanálisis
Esto lo sabían bien en Ryu Ga Gotoku Studio cuando se pusieron manos a la obra con esta nueva entrega que en Occidente ha perdido el 7 de su nombre, un hecho muy significativo y que deja claro el deseo de Sega y de sus desarrolladores de “reiniciar” la serie para crear un nuevo punto de entrada que contente tanto a nuevos jugadores como a los fans de toda la vida. El resultado de esto no ha sido otro que un juego divertidísimo y fresco que trae consigo nuevos aires a la saga con un nuevo elenco de personajes, una nueva ciudad que explorar y descubrir, y un inesperado cambio de género que no nos podría haber parecido más acertado.
Ichiban Kasuga, el héroe que merecíamos
Así pues, esta vez abandonamos los tradicionales combates al más puro estilo beat ’em up para sumergirnos de lleno en un JRPG con batallas por turnos, un cambio que puede parecer demasiado drástico, pero que se amolda mucho mejor a la saga de lo que en un principio podría parecer.
Para empezar, esto es algo que está justificado por la propia historia, pues esta vez encarnaremos a Ichiban Kasuga, un yakuza que se ha criado como muchos de nosotros: jugando a videojuegos sin parar.
En concreto, Dragon Quest es su principal debilidad y su imaginación es tal que se imagina sus propias luchas en el mundo real como si fuesen enfrentamientos de la legendaria serie de Square Enix, motivo por el cual veremos todo tipo de disparates, como enemigos que se transforman y a los que les brillan los ojos con un fulgor rojo, personajes a los que les cambian sus ropas por los uniformes de sus clases y un largo etcétera que merece la pena que descubráis por vosotros mismos.
Como podréis intuir, Ichiban es un personaje muy diferente a lo que Yakuza nos tiene acostumbrados. Es tremendamente honesto, leal, pasional, divertido, excéntrico, directo y un poco cabeza hueca, y su tendencia a actuar sin pensar las cosas antes le suele meter en más de un follón, pero resulta imposible no contagiarse de su optimismo, de su amor por los videojuegos o de su ingenuo sueño de convertirse algún día en un héroe. Todo esto le ha valido para conquistarnos y conseguir que nos olvidemos de Kiryu, ya que es tan distinto que las comparaciones entre ambos no tienen sentido alguno. Los dos, a su manera, derrochan carisma por los cuatro costados, y al final, eso es lo que cuenta.
Pero no os penséis que esto se limita únicamente a Kasuga, ya que el resto de personajes del juego también nos han encantado, tanto protagonistas como secundarios y villanos. Es más, al ser ahora un JRPG y un nuevo punto de partida, sus guionistas han podido explayarse y dedicarle muchísimo más tiempo a desarrollar el guion y las relaciones entre sus diferentes actores, dejándonos con una historia apasionante, compleja, madura, llena de matices, muy oscura por momentos y donde nada es lo que parece.
Es muy loable todo el trabajo narrativo que tiene detrás y su capacidad para sumergirnos en su mundo, especialmente si tenemos en cuenta la cantidad de presentaciones que se tenían que hacer, dejándonos para el recuerdo uno de los guiones mejor estructurados y más coherentes que ha escrito nunca el estudio. Y ojo a las conversaciones y a muchas de sus situaciones, con constantes referencias a los JRPG que nos sacarán más de una sonrisa e incluso alguna que otra carcajada en los momentos más inesperados.
Bienvenidos a Yokohama
Centrándonos en lo puramente jugable, lo cierto es que las cosas no han cambiado tanto como podría parecer al principio por su nuevo sistema de combate y todos los elementos roleros que se han incluido. Por lo tanto, volveremos a recorrer con total libertad las calles de una ciudad japonesa actual mientras combatimos contra todo tipo de maleantes que se nos crucen en nuestro camino, ayudamos a sus ciudadanos con sus problemas en loquísimas y divertidas misiones secundarias, buscamos algunos coleccionables (incluyendo gatos y señoritas que nos hagan un buen Buf Buf), nos vamos de tiendas, probamos la gastronomía local en sus restaurantes y, por supuesto, nos lo pasamos bomba participando en todo tipo de adictivos minijuegos y echándonos unas partiditas a los clásicos arcade de Sega.
Como siempre, es un juego por el que da gusto perderse explorando y entretenerse con sus fantásticas actividades opcionales, pues todo está cuidadísimo. De hecho, esta entrega nos ha parecido especialmente completa y hay una cantidad ingente de cosas para hacer. A minijuegos clásicos como el karaoke o el béisbol ahora tenemos que sumarle otros tantos nuevos que nos han parecido geniales, como Dragon Kart, una espectacular parodia de Mario Kart con sus propios circuitos, copas, rivales a batir, subhistorias e incluso marcadores para las contrarrelojes. Tampoco nos podemos olvidar de los exámenes tipo test para mejorar nuestra personalidad ni de lo divertido que puede llegar a resultar “luchar” dialécticamente contra nuestros inversores en las juntas de accionistas de nuestra propia empresa mientras nos asesoran una gallina y una roomba gigante.
Evidentemente, la cosa no acaba aquí y también podéis esperar actividades y retos propios de un JRPG, como superar mazmorras opcionales, enfrentaros a jefes secretos, avanzar en pruebas de combate de dificultad creciente o incluso completar la Sujidex, una enciclopedia de enemigos que tendremos que rellenar en su totalidad si queremos hacernos con todos y convertirnos en Maestros Sujimon.
Es un juego completísimo y con decenas de horas de diversión por delante si queremos hacerlo todo más allá de las 30 horas que dura su campaña principal, aunque tiene algunos problemillas que empañan ligeramente el conjunto. Para empezar tenemos la enorme cantidad de tiempo que tarda en darnos un mínimo de libertad y dejarnos jugar. Es un inicio en el que los vídeos son mucho más numerosos y extensos que en ninguna otra entrega, algo necesario para realizar todas las presentaciones y poner las cartas sobre la mesa, pero no habría estado de más hacerlo un poco más interactivo, ya que apenas tocaremos el mando durante las cinco primeras horas y cuando lo hagamos será para realizar algún tutorial donde la mayoría de las acciones están predefinidas.
Ojo, con esto no queremos decir que sea un mal comienzo, pues todo lo que nos cuentan es muy interesante, sabe captar nuestra atención y acaba dando sus frutos a medio y largo plazo, cuando nos demos cuenta de lo mucho que hemos empatizado con sus personajes y de lo atrapados que nos tiene la historia, pero esto no deja de ser un videojuego de Yakuza y que nos priven de la posibilidad de explorar y perdernos con sus muchas actividades durante tantísimo tiempo es algo que no será del gusto de los más impacientes.
Por otra parte tenemos Isezaki Ijincho, la nueva ciudad en la que se desarrolla esta historia. Al tratarse de un JRPG, Ryu Ga Gotoku Studio ha necesitado crear un mapa de juego mucho más grande y amplio, lo que acaba derivando en que sus diferentes puntos de interés estén mucho más alejados y dispersos entre sí, propiciando así que las pateadas sean más largas y pesadas, por no hablar de la cantidad de combates innecesarios contra enemigos de bajo nivel que no nos aportan nada y con los que deberemos lidiar cuando nos movamos por ciertas zonas. Al final, casi siempre acabaremos optando por tirar de taxi para viajar de un lugar a otro, lo que le resta cierto encanto al desplazamiento por la ciudad. Eso sí, a nivel de ambientación y trasfondo es una pasada y está llena de vida, y a unas malas Kamurocho también tiene algo de protagonismo.
Eso sí, lo que menos nos ha gustado y con mucha diferencia son sus mazmorras, especialmente la que se encuentra en el subsuelo de Yokohama, cuyo diseño se basa en plantearnos un aburridísimo laberinto de feos y clónicos pasillos sin gracia alguna más allá de ser una buena zona para “farmear” y hacernos más fuertes. Tampoco esperéis nada demasiado apasionante en los interiores de los edificios, ya que estos están planteados como en los Yakuza tradicionales, ofreciéndonos una sucesión de combates, pero sin el dinamismo ni la capacidad de sorpresa que tenían cuando la saga apostaba por la acción directa y en tiempo real.
El arte de convertir el mundo real en un JRPG
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En lo que respecta a los combates como tal, contamos con un sistema de batalla por turnos que bebe directamente de lo visto en los grandes del género. Con una interfaz similar a lo visto en Persona 5 (cada botón se corresponde con un tipo de acción), tendremos que seleccionar nuestros comandos, pudiendo realizar ataques básicos, defender, desatar técnicas especiales tanto en equipo como de forma individual, usar objetos, escapar e incluso invocar a ciertos personajes para que nos ayuden de diferentes maneras si pagamos por sus servicios, tenemos suficiente cobertura en el móvil y se dan los requisitos adecuados.
Para hacer las cosas un poco más interesantes veremos a los personajes moverse por el escenario, así que su posicionamiento suele ser muy importante cuando, por ejemplo, usamos una técnica que afecte en un área concreta. De igual modo, si tenemos algo cerca que podamos agarrar al atacar, como una silla o una bicicleta, Ichiban lo usará como arma ese turno, aunque este es un supuesto que no se suele dar con demasiada frecuencia. Por supuesto, los enemigos también tienen debilidades físicas y elementales que podemos explotar, podemos reducir el daño recibido si pulsamos el botón de defensa justo en el momento en el que nos van a golpear y existen un par de simplísimos QTE para nuestras habilidades especiales que nos permitirán aumentar su poder ofensivo.
Tal y como podéis comprobar, a pesar de la loca y extravagante puesta en escena que tienen los combates, cuentan con unas mecánicas enormemente clásicas que se limitan a copiar y homenajear a lo visto en otros JRPG, pero nunca se atreve a hacer algo realmente propio o único que lo diferencie. De hecho, uno de sus principales problemas es que la profundidad de la que hacen gala es casi inexistente y casi todo se resume en usar siempre nuestros ataques más fuertes y curarnos cuando sea necesario, dejando sus múltiples movimientos de potenciación, reducción de estadísticas y control en algo anecdótico.
Este defecto deriva de la manera en la que se ha diseñado su sistema de clases. Al igual que en títulos tan míticos como Dragon Quest III o Final Fantasy V, aquí podremos escoger las profesiones de nuestros protagonistas, todas ellas basadas en empleos existentes en el mundo real, como chef, capataz, idol o guardia de seguridad. Cada una de ellas las deberemos subir de manera independiente al nivel propio de cada héroe y estas nos darán acceso a nuevas habilidades y a aumentos permanentes en nuestras estadísticas, aunque el título no nos incentiva demasiado a experimentar con ellas.
Esto se debe a que de todas las técnicas, solo hay dos de cada clase que pueden ser aprendidas de manera global, y estas no son necesariamente las mejores ni las más útiles, así que no tendremos demasiados motivos para subir varias ni experimentar con ellas, ya que con tener un grupo equilibrado podemos pasarnos todo el juego sin recurrir a este sistema. Por si no fuese suficiente, la inmensa mayoría de golpes y movimientos que aprenderemos serán simples mejoras de los primeros para que hagan más daño y gasten más puntos de magia, lo que reduce muchísimo nuestras posibilidades estratégicas durante los enfrentamientos, haciendo de ellos algo demasiado simple y básico. Sumadle una dificultad algo baja y entenderéis que es un sistema de combate con muchas limitaciones.
De todos modos, el proceso de combatir, subir de nivel y mejorar a nuestros personajes funciona muy bien, y las batallas llegan a ser divertidas gracias a la cantidad de locuras que veremos, con rivales de lo más extravagante que no dejarán de sorprendernos con movimientos tremendamente inesperados y cómicos, por no hablar de la épica que se gastan las peleas más importantes. Se podría decir que todo lo que le falta de profundidad lo tiene en imaginación y creatividad a la hora de diseñar a los enemigos y sus técnicas partiendo del mundo real en el que vivimos, y sinceramente, son luchas que sin llegar a destacar, rara vez aburren y siempre nos hacen pasar un buen rato, adaptándose muy bien al universo de la saga.
Optimismo renovado
En lo que respecta a su apartado gráfico, solo os podemos hablar de la versión de PlayStation 4, donde nos hemos encontrado un título que luce notablemente. Buenos modelados, técnicas especiales espectaculares y con una puesta en escena de primera, unos escenarios plagados de detalles y muy cuidados, y una fantástica dirección artística son sus principales cartas de presentación, aunque tampoco se libra de ciertas texturas de baja calidad, unas animaciones algo encorsetadas para muchas conversaciones ni de una aparición repentina de elementos demasiado evidente.
El sonido por su parte nos deja una banda sonora correcta y variada que se amolda perfectamente a todo lo que vemos en pantalla con sus diferentes estilos y que en ocasiones nos deja con auténticos temazos con ritmos muy cañeros. Los efectos son bastante buenos y muchos de ellos emulan sonidos típicos de los JRPG de 8 bits, y el doblaje nos llega tanto en inglés como en japonés, siendo este último, en nuestra opinión, el mejor con diferencia y el más recomendable para que la inmersión sea total. La gran noticia aquí es que los textos nos llegan totalmente traducidos al español con la calidad a la que Sega nos está acostumbrando con sus últimas producciones, así que podéis esperar expresiones muy nuestras y juegos de palabras fantásticamente adaptados.
Conclusiones
Para ser la primera intentona de convertir la saga en un JRPG, Yakuza: Like a Dragon nos ha parecido un título más que meritorio. Una aventura que si bien tiene varios puntos por pulir, sabe aportar frescura y nuevos aire a una serie que lo pedía a gritos, demostrando lo bien que puede llegar a sentarle un cambio tan drástico de género sin renunciar a su esencia ni a todo aquello que la encumbró. Al final, lo que nos queda es un juego divertidísimo, muy completo, repleto de guiños, homenajes y parodias a los mejores RPG, con una historia trabajadísima y con un protagonista que nos ha conquistado y del que esperamos saber más en un futuro. Y esos, son motivos más que suficientes como para que le deis una oportunidad, tanto si nunca habéis pisado antes las calles de Kamurocho como si os conocéis todos sus rincones mejor que vuestro propio barrio.
Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con un código proporcionado por Koch Media.